y mientras arden las calles del color
en llamas de sangre y dolor
la vida sigue sin esperanza,
sin la belleza de una flor.
Ya estalló la revolución
y tal como vino se marchó
apagada por el desánimo de una generación
que soñó un falso cielo
y que con el techo chocó.
Ya se muere la ira de la rebelión
con el frío silencio de la desesperación,
solo quedan luces y sombras
y canutos y pastillas y altavoces que retumban
mientras se nos para el corazón.
Nos engañaron con la primavera
y nosotros,
bobos,
nos creímos que la mochila estaba demasiado llena.
Nos engañaron con la primavera
y nosotros,
ingenuos,
nos peleamos mientras ellos se reían de nuestras miserias.
Puede que no haya primavera,
pero siempre fuimos más de octubre
y de hacer saltar por los aires el invierno,
ahora llega el horizonte
y brilla como un verano que haremos nuestro.
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