Llevo casi 1 año en Vigo.
Estuve 1 año entero en Francia.
Esta es una carta sin destinatario, sin remitente, sin lugar de origen, sin punto de partida ni de llegada.
Y a pesar de esto, a pesar de la inexactitud temporal y espacial de esta, esta carta tiene lugar y fecha:
Estaba en Francia,
vivía en Le Mans,
llevaba ya allí más de 9 meses, apenas me quedaban 1 mes y medio allí.
Escribí muchas más cartas,
enviadas desde Francia
a ninguna parte,
solo a mi blog,
poemas de una vida allí,
fragmentos que adornan los meses, los días,
un lienzo en blanco que llenaba de acuarelas
a través de viajes y poemas.
Esto de aquí lo escribí como resumen de ese año, breve carta sin destinatario:
No justifica, pero explica
el camino recorrido
a miles de kilómetros de distancia.
Francia es un país en el que puedes encontrar cultura en todos los lugares, tanto en las más pequeñas villas y pueblos como en las más grandes ciudades, todos los lugares tienen alguna cosa por mostrar y descubrir para quien los visite. Esa es la misión del viajero: encontrar todos estos tesoros.
Si tuviese que quedarme con una sola cosa de este año en Francia lo tendría claro, la respuesta sería sencilla:
Los viajes, todas las imágenes que me vienen al alma cuando pienso en todos los viajes que he hecho a lo largo de este año.
Durante estos meses, a pesar del Covid, yo he tenido la oportunidad de viajar mucho y de descubrir decenas de lugares en Francia. He explorado la campiña sarthesa y recorrido sus valles y pueblos. He tomado trenes, coches y buses y he visitado ciudades y museos. He descubierto la costa normanda y he admirado sus acantilados. He descubierto el Paso de Calais, los bunkers de Dunkerke y he estado tras las huellas de las trincheras en el valle del Somme. He caminado a lo largo de playas, he recogido piedras y he tocado el mar en cada lugar.
He admirado catedrales en la Bretaña y el Alto Loira, en las montañas, en los campos y en el sur de Francia. He recorrido miles de kilómetros en coche y he atravesado la Provenza, los Alpes y la Auvernia. He visto el sol amanecer sobre los techos de la Borgoña y he sorprendido al atardecer cuando el descansa tranquilamente sobre las islas a lo largo de la costa. He soñado con el horizonte Atlántico y he sumergido los pies en el Mediterráneo.
He viajado, he volado, he escuchado música, he escrito y dibujado sobre el mapa todos los destinos que yo había previsto. Y a pesar de todo, yo tengo todavía millones de lugares inexplorado que intentar atrapar en los momentos robados al tiempo.
Y es que quizás eso haya sido Francia, el desesperado intento por arrancarle al reloj unos instantes de libertad. Salvarme tratando de correr siempre hacia adelante. Viajar. Viajar por encima de lo que jamás nadie habría soñado. Y llegar. Dejarme llegar. Dejarme llegar a dónde sea que yo hubiese deseado.
Y creo que lo conseguí.
Y estoy orgulloso de ello.
Por eso escribo estas cartas.
Para no olvidarme nunca de ello.
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