dulce melodía escrita en papel,
cruel delito que no supe ver
que perdía al verte crecer.
Llamo a las puertas del infierno
y no me abren
me dicen que no hay pases
que vaya más tarde.
Timbro en las puertas del cielo
y me ignoran
cruel demora
de un dios que no perdona.
Me pierdo en cada runa de cristal
vapor de humo del perro infernal.
Me desoriento en cada locura
cruel ángel que sólo dejó una pluma.
Nadie me guía,
nadie me ata,
expulsado de arriba
y de abajo a patadas.
Habito en cada pliegue de piel
cruel melodía sin papel,
vacuo destino que no pude ver
que ganaría la partida de ajedrez.
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