instantes perdidos en el viento
el mundo gira sin venir a cuento
y los dedos teclean en el modo automático
que sarcástico
como si fuese un poema clásico
que se esconde en los rincones del alma
dispara a rajatabla
todas las palabras que nunca encontrabas
cuando tratabas de dar nombre a las miradas
que se fugaban hacia la salida de emergencia
sin decencia
y con reincidencia
arrojo al vacío los latidos perdidos de la disidencia
azota
la lóbrega oscuridad que asombra
entre lágrimas de cocodrilo
que se van río abajo como el nilo desembocando en el pacífico
que sacrificio
el sin sentido del camino
dando vueltas como un felino
desorientado en la oscura sombra que asombra
la nobleza de la luna llena encogiéndose sin castigo
las murallas ya cayeron
y ahora solo quedan leyendas
con las que rellenar páginas y páginas de cuentos inciertos
de tiempos distantes que nunca sabremos si fueron ciertos
pero por lo menos entrevemos la caída del templo
como un fugaz encuentro
en pleno descenso hacia el infierno de mi fuego interno.
¿Qué entiendes tú por respirar?
Mátame despacio.
Dame ahora el veneno que vive en la luna de enero
salta al centro
y finge bailar al son de todos los fantasmas eternos
mientras los 2000 años a la espalda
se retiraban
hacia la cascada de mañanas
que son las sábanas apelmazadas
como el sudor de una noche de calor ardiendo
en cientos de incendios
que arrasan con todo a su paso de lejos
saltando los cerros
soltando versos
ungüentos de pechos
supurando sortilegios de cero a cero
espera un momento
mientras el sintetizador recompone el ritmo yermo
de esta canción de silencio
que es el armario lleno de polvo y estiercol
abriendo las puertas del balcón
saludando cada mañana al sol
difundiendo su calor a su paso
breve repaso
de fracasos
sobornando los fondos de los vasos
acristalados cristales haciendo retales de añicos los bares
mientras fregamos todos los platos rotos
y nos cortamos los pies como sobreviviendo solos
en el ático de la sesera que desespera
por sobrevivir al origami explosivo
corrosivo ácido de destierro
sobre los ciertos sabinos
asaltando los caminos para arropar las cartas sin destinatario
sorprendente llanero solitario que saluda alzando la mano
desde lo más lejano
de los tejados
de sincopados pasos,
Nakatomi tenía razón
y ya no queda voz para tanto apagón
para tanta bala de perdigón
para tantos gritos de horror en el paredón
arrojando sal a nuestro paso
para que no crezca nada tras nosotros
castigo maldito ignominoso
arde Roma
y vosotros
todavía danzáis cantos peligrosos
como si la matanza nos hubiese pasado de largo
sin temor a toparnos con la Muerte sonriendo a su paso.
Quizás,
si hubiésemos intentado algo,
quizás,
no habría todo explotado.
Y ya nadie tendría que ser nunca salvado.
Cruel vaso sin fondo en caída libre desde el cuarto piso de este ritmo arrasado por el Tajo.
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