Laberintos de resurrección,
eterno retorno del viajero iniciado, volver a donde empezamos, como una oca sin final. Avanzando por el horizonte que se suspende en la indefinida línea temporal, consumida en el tiempo como relojes de arena quebrados en el desierto, ardientes dunas y yermas estepas donde ya no queda nada más que el incierto final que constantemente se acerca. ¿Dónde están las miradas que se apagaron? Perdida la suerte solo quedan senderos crípticos, palacios mentales laberínticos que grabar en cretenses palacios de cobre. Simbología del rito funerario, exiguas huellas que borra el constante retorno. Afrontar el viaje con un alma curtida en mil batallas, dispuesta a volver a empezar. Deambular sin rumbo como si nada nos impidiese soñar. Desierto del sueño ardiendo como el fuego en nuestro pecho. Tatuajes que encierran demonios que nunca más seremos. Estrellas de amistad que grabar sin miedo al dolor propio y ajeno. Solo levanta el brazo y mira lo que tienes, lo que tengo. Ruinas de otro tiempo levantados en terreno antes fértil, ahora eterno. Somos poetas viajeros atesorando el sueño en un poema que se escribe a sí mismo una y otra vez desde dentro. Simbología de laberintos de resurrección fuera de la línea del tiempo. Hojas volando, llevadas por la sombra del viento.
¿Dónde estaremos?
Solo los laberintos nos revelan las salidas del espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario