me pierdo en lo que hablo,
mi mente es un torbellino de desastres
sin principio ni final.
Trato de aferrarme
a las miradas que se marchan
sin darme cuenta de que no sé
dónde todo terminará.
Quizás el sin sentido
de los versos que marcharon
solo tratan de vendernos
los sueños que se resquebrajaron a destiempo.
Tacho más de lo que digo,
emborrono más de lo que callo
y sucumbo a los versos
esperando tropezar una vez más.
No veo los templos,
las arenas del desierto,
ni los rastros de cenizas
que quedan detrás mío sin saberlo.
Tengo un amanecer de desidias,
un cenicero sin humo,
y un sendero agreste y yermo
ardiendo el mundo entre mis dedos.
Solo tienes mi verdad
que no vale mucho,
pero tampoco vale más
que los intentos por escapar.
Vuelo si me apetece
y me lanzo sin pensar,
consumido por los destrozos
sonriendo a la oscuridad.
Solo tengo estas palabras huecas,
un puñado de hechos,
y nada de intentos,
todo este poco y nada más.
- Se me escurrió el tiempo entre los dedos tratando de hallar la libertad
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