nosotros, con todas nuestras casualidades,
seríamos girasoles
firmes, constantes, mirándonos al sol de nuestros ojos,
sin cesar,
buscando la luz que nos falta
y que somos incapaces de reflejar.
Causalidad, que no casualidad, pero que también,
porque somos un cúmulo de decisiones
que nos han hecho reencontrarnos y retoparnos
una y otra vez
el uno con el otro,
como bailes de disfraces en los que persigues con la mirada
siempre a esa misma persona
que te hace brillar el alma.
Decisiones.
En eso se basa todo.
En nuestras decisiones
que nos hacen entrelazar los dedos y cuidarnos con una caricia en el cuello o en la espalda,
un beso en la nariz,
un beso en la frente,
un detalle al llegar a casa,
un cómo estás,
un cuéntame cómo te puedo ayudar.
Un poco eso, un poco decidir apostar
a nuestra suerte jugando al amor.
Y es que amor,
no diré que cuando no estás todo se apaga,
porque nos queremos suficiente como para saber que no es verdad,
pero sí diré
que cuando estás
todo parece brillar un poco más
y la risa me sale más fácil
de lo más hondo del pecho
y me siento arropado
Y eso me gusta.
Me gusta cuando estás presente
porque habitar el presente contigo es como un poema dibujado con cariño, cuidados,
y sonreír es más sencillo,
y me gusta hacerte sentir como yo me siento:
Querido.
Supongo que si nosotros jugamos a los dados
siempre nos sale 6
porque querría repetir contigo una y otra vez
sin cansarnos de quitarnos el frío
de abrasarnos de calor,
de saber que nosotros nos elegimos,
y eso me gusta
porque me parece muy bonito.
Somos dos versos escribiendo en el Atlántico un poema infinito.
- Dos llamitas de amor
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