Yo
que soñaba futuros a cortoplazo,
planes sin fin en una noche eterna,
distancias inimaginables a las utopías de la incomprensión
y que daba por hecho
que no había nadie capaz de entenderme
porque no me comprendo ni yo
en esta maraña de desaforadas dudas e inquietudes;
yo
que era todo eso y mucho más
Nunca creí que me toparía por azar aleatorio
con la probabilidad de encontrar estabilidad para tanto caos,
poesía para tanta desidia,
paz para tanta guerra interior
y libertad para tanta jaula de cristal.
Yo
que era mucho y sigo siendo tanto y a la vez tan poco
Nunca creí que tropezaría con la suerte un martes 13,
con la luz en medio de tanta oscuridad nocturna,
con arte entre tanto desastre,
viaje para demasiada inquietud
y atardeceres
para tantos amaneceres entre la sonrisa de tu mirada.
Yo
que no aspiraba a más que tocar con los pies el suelo
me hallé flotando para conquistar el cielo,
bajar al infierno y sacarte de allí si era necesario,
ser rescatado por tu amor revolucionario,
saltar al vacío con los ojos vendados
sabiendo que siempre estará tu mano para sostenerme
y que cuidarnos es trabajo de dos si ambos quieren.
Y con eso basta
para levantar templos, poemas y batallas,
para atrapar almas y palabras entre verso y verso,
hablo de querernos
hasta el final de nuestros tiempos,
porque así elegimos caminar este sendero;
y mochila a la espalda
y kilómetros y kilómetros en el mapa
y el horizonte bien lejos
donde solo podamos verlo, pero nunca recorrerlo.
Por qué el infinito a tu lado es un instante
¿y para qué quiero yo lo inimaginable?
cuando estás ahí
para mí
dejándome formar parte de la esperanza
que son tus ideas brillando en tu mirada
bailando liberada con toda tu calma.
Das brisa a mi alma
con olor a Atlántico
sin saber que con tu libre sonrisa
a mí todo este mundo me basta.
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