El viaje es un punto de encuentro con uno mismo. Un vistazo a nuestro yo y el yo que vemos en nuestro reflejo. Es la imagen nuestra que resuena con los otros. Lugar impreciso y abstracto que nos permite reconectar con el fugaz entorno y el difuso yo propio que se nos escapa entre los dedos.
Y es que así es el viaje, ese vértice de aristas en el que reside el encuentro con mi yo, conmigo mismo y con mi propio reflejo.
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