miércoles, 9 de octubre de 2024

Cuando la luz se apague....

La vela se consume lentamente
como el lento diapasón de un metrónomo que oscila
de un lado a otro
una
y otra
y otra vez
sin nunca parar...

Pues el tiempo nunca para....

Y mientras tanto la vela...
se consume...
lentamente...

sin que podamos detener el final...









Y cuándo la luz se apague...

¿Qué nos quedará?

Ya no hay lluvia que cubra mi pena

Quizás no supimos decir nuestro propio nombre
en todo este rastro de tristeza
y ya la bailarina que fuimos
no baila en medio de la solitaria pista vacía de la discoteca,
las luces se apagaron
sin saber siquiera cómo sería todo
y fingimos comprender la felicidad
cuando solo  se nos escapaban lágrimas de frustración

ya no hay lluvia que cubra mi pena.

martes, 1 de octubre de 2024

Qué vamos a decirnos que no hayamos negado hasta la muerte en el momento que más verdad necesitábamos

Fue la rehostia y con eso me vale
por eso me conformo con lo poco
que queda que decir entre nosotras
Por ejemplo
[...]
lo bien que nos va
o lo mal que mentimos
a estas alturas no hace falta ser sinceras
ni siquiera sensatas
si ya nos conocemos
qué vamos a decirnos
que no hayamos negado hasta la muerte
en el momento que más verdad necesitábamos.

Elvira G. Luque (Elvirus)



Qué irónico todo, no?
Que Elvirus sea siempre la melodía
o los versos
de las almas desgarradas,
de recoger los restos con los dedos y mucho cuidado
por no aplastar los trocitos de corazón que zapateaste de un golpe de mis manos.

Y es que como ella dice
¿qué vamos a decirnos ya a estas alturas
que no sepamos
que no nos mintamos
que no nos hayamos negado?

Fingimos no sufrir
y guardamos el dolor
en lo más hondo
sin saber, sin ser conscientes,
que cuando llueve
la lluvia se lo lleva todo

hasta las mentiras que nos contamos para no llorar más


y entre esa tristeza gris solo queda el dolor y las cicatrices que ya nunca, 
-nunca-, 
nunca se van.


Fue la rehostia todo
y con eso ya creíamos que llegaba...

Silenciosos restos que saben a cenizas

Hablas de mí
y eso que tú y yo nunca fuimos capaces de rimar dos palabras juntas.

Creímos que jugando a las escondidas nos encontraríamos,
pero solo fue fingir que las escapadas tenían sentido
y no estábamos haciendo nada más
que huir hacia adelante
la una de la otra.

Qué retórica que fue nuestra historia.


Una mentira construida sobre un castillo de naipes
donde si acaso había una verdad por cada palo
y eso es nada
así que en nada
quedó lo que podría haber sido este baile.

Tú te reías
y yo fingía reírme
con la boca pequeña
y forzando la sonrisa de medio lado
porque en realidad
yo no entendía nada de nada

y todo
cada vez
tenía mucho menos sentido.


¿Alguna vez te has sentido así,

Como una muñeca rota a la que se le olvidaron coserse los rotos?



No te lo recomiendo

el paso del tiempo no cura nada

solo rompe todo en más pequeños y diminutos trozos.



Y luego qué queda?

Si acaso

el eco de nuestras rimas que nunca logramos rimar
más allá que rastros y rastros de lágrimas vivas

hasta que todo se terminó.