martes, 26 de noviembre de 2024

¿Para qué vivir si solo podemos permanecer indiferentes sabiendo que no podremos evitar el absurdo de la muerte?

El absurdo de la muerte, de la sociedad, del vacío que a todos nos espera. ¿Para qué sentir? ¿Para qué sentir felicidad, para qué sentir tristeza? Si todos son vanos intentos de escapar al final, estériles agonías que buscan evitar sufrir por la desesperante certeza de que tras la negra cortina ya nada más habrá.

La muerte nos arrastra, incapaces de hacer nada.
Dios se ha ido, mejor dicho,
lo hemos matado
y está bien,
pero ahora caminamos solos
sin rumbo, 
sin brújula,
sin certezas
en esta crisis que se alarga en nuestra sociedad
como una sombra que se desparrama
y de la que no podemos escapar.

Los monstruos crecen en estos claroscuros
y ya la vieja sociedad no muere y la nueva tarda en llegar.

Y nosotros
huérfanos de valores,
de ilusiones,
nos aferramos al presente
tratando de evadirnos en la efímera satisfacción del hedonismo desenfrenado
como si eso fuese a frenar
que ya hoy, mañana, o en veinte años
todo se terminará

y cuando la muerte llegue
ya nada permanecerá.


Solo somos patéticas almas mirando a los ojos al absurdo vacío
sabiendo que nada nos responderá

inútil súplica de quien trata de negar la realidad


Ya nada ni nadie quedará.



- ¿Para qué vivir si solo podemos permanecer indiferentes sabiendo que no podremos evitar el absurdo de la muerte?

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