Un extranjero caminando con las manos en los bolsillos,
un Caulfield que busca escapar a su destino,
un pobre eterno retorno rimando como Rimbaud habitando en exilio del infierno.
Solo son notas sonando mientras suena Porto en el móvil.
Y los recuerdos de Caldas y del pasado se arremolinan,
cuando hace 10 años,
todo tenía más luz,
era más feliz
y al mismo tiempo todo seguía careciendo de sentido.
Por mucho que tratase yo de dárselo.
Y ahora soy 10 años más mayor,
quizás más o menos feliz,
a ratos,
pero lo que no sé si tengo claro,
es por qué vivir.
¿La gente se lo cuestiona?
Yo sí,
con frecuencia,
pero hace años que no tengo con quien hablar de esto.
Así que camino con las manos en los bolsillos
incapaz de saber si podré encontrar algún día el sentido al absurdo de la vida, de la moral, de la sociedad, de las leyes, de la constante escalera social que nos obligan a caminar,
para al final
llegar
y como un personaje de Pratchett
abrazar a la muerte
y echar a caminar hacia ese final
que solo es polvo en la efímera eternidad de un universo ajeno a nosotros que también algún día terminará por terminar.
Y mientras tanto habitamos cabalgando el absurdo otro día más.
- Y mientras tanto habitamos el absurdo un día más
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