somos sombras en algún no lugar,
inestancias en ninguna parte
que persiguen encontrar rastros de lo que fueron.
Pobres mortales,
efímeros,
como vidas que se apagan
sin saber cómo,
ni dónde.
Solo somos nombres
listos para escapar y desaparecer cuando llegue el final.
No llores.
No llores.
La poesía ha marchado para no regresar.
Y los poemas ya solo son rasgados acordes
disipados en el silencio del eco de nuestro bienestar.
Las lágrimas corren.
Y no habrá paz.
Ya la poesía se ha marchado.
Y yo no he vuelto a encontrar mi lugar.
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