A veces me gustaría correr y perderme en el tiempo, cruel
lamento, no sé ni que digo ni que siento, porque el cuento se reescribió y
ahora está firmado por alguien ajeno al que no entiendo.
Y escribo estas líneas en papel, espero que donde estés el
correo llegue bien. Pero miento, porque ni la frase es mía, ni las líneas están
escritas en papel, ni siquiera en un mísero billete de bus que contenga un
pareado breve, pero conciso, que contenga todos mis sentimientos hacia ti. Pero
no. Ni es un ticket, ni son líneas de papel, ni hay correo que enviar para que
el correo llegue bien. Porque por más que pase el tiempo, mi nombre seguirá
sonando melodioso, porque por más que pasa el tiempo, mi mente sigue encerrada
a orillas de ese río castellano, como una cárcel de Lucifer siempre a punto de
volverme loco. Aunque de eso va esto, ¿no? De rellenar con letras la vida de un
loco; como un diario que pierde hojas por todos lados.
A veces me gustaría hacerme sólido y difuso, como un ligero
copo de nieve que adquiere forma a medida que la nube lo trabaja, poco a poco,
delicadamente, hasta que el cielo ya no puede seguir sosteniéndolo y cae por su
propio peso hacia la tierra. Surcando así el aire como una estela con forma de
obelisco que llega hasta el techo del inframundo. Y allí se derrite y se hace
agua, porque evoluciona, como un susurro al oído que te hace crecer, “poc a poc”, hasta convertirte en lo que eres. Porque aunque la gente rehuya el Infierno, todos
sabemos que en la oscuridad no se esconde nada más que tus propios demonios, y
a esos no hay porque temerlos, sino convivir con ellos y sacarlos a relucir
cuando la adrenalina lo dicte.
Y escribo líneas sin dosel. Líneas sin dosel y sin
argumento, porque todo son palabras sueltas sin ton ni son, sin pulso de reloj
que marque un simple y llana nota de sol. Porque todo son símbolos e imágenes que
nadie entiende, porque todo son palabras que se lleva la marea para dar paso a
una nueva historia, una nueva leyenda. Quizás las palabras escritas en la arena
no sean una mera idea, quizás simplemente sean todo metáforas que ocultan lo
que el corazón de hielo no quiere o no sabe susurrar, como una caricia al oído,
como un murmullo del mar.
A veces me gustaría correr y encontrarme en el tiempo,
porque quien fui ya no está y quien seré no volverá, y aquí, en este preciso
instante, no hay nadie más que la sombra de un ser que duda sobre su propia
existencialidad en la realidad.
A veces me gustaría correr y a veces perderme en el tiempo,
pero el que no sabe lo que busca nunca lo encuentra.
A veces me gustaría dejarme llevar en la orilla del tiempo y
que lo inexistente me guiase en su viaje iniciático esotérico.
A veces…
A veces ni se lo que pienso, así que escribo estas líneas en
el tiempo; impregnándolas con lo que siento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario