viernes, 24 de agosto de 2018

Entre los rincones de mi habitación siempre me topo con mi corazón llamándote

Colecciono sonrisas entre albumes de fotos
que llevarme a la cama cuando no tengo tu espalda
para perderme entre los poros de tu piel.

Sucumbo al sueño de evocarte cerca cuando estás lejos
de sentirte lejos cuando estás tan cerca que una pantalla es la única distancia que nos separa
y kilómetros a cuestas de metas que tocar con los dedos.

Despliego acuarelas de deseos
cuando te siento en mis recuerdos
y los atardeceres huelen a Atlántico
y arena entre los dedos
y salitre en la piel
que quitarte poco a poco como si fuese la ropa
en una noche de estas en que nos perdemos el uno en el otro
y construimos utopías
y pintamos momentos
difuminando el límite entre los cuerpos
siendo instantes de miradas y voces entrecortadas
y dos respiraciones en una diciendo te quiero.

Coloco por la habitación todos los regalos que esperé una vida tener
mientras el mar me traía la melancolía de tus ojos color otoño
que me faltaban en los agostos de mis años
esperando sentado
en las rocas, buscándote en el horizonte de mi caminar.

Arranco hojas del calendario
y secuestro minutos al reloj
tratando de jugar cual dios con el tiempo de la existencia
ángel sin rumbo viendo todo pasar desde una cuneta
cuando no están tus sonrisas para iluminar esta infinita carretera.

Deshago castillos de arena
y manos de naipes
sacando las cartas por un futuro
y apostando al todo o nada por los sueños
de tu mirada esperanza
viviendo a toda velocidad
alcanzando metas, sobrepasando destinos;
saliéndose del camino marcado
para que solo el silencio sea nuestro aliado
entre las sábanas de tu edredón
en este infinitesimal baile de dos al compás de nuestra canción
dulce sabor al llegar a rozar
en tus labios todas las sensaciones que definen la palabra libertad.

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