Quizás no podamos encontrar nunca lo perdido. Recuerdo un tiempo en que me sentaba a mirar el mar. Creía que ahí podría encontrar respuestas, o al menos paz. Hace ya tiempo que no lo hago. A veces lo echo de menos. Era tranquilizador escuchar de noche el mar golpeando con calma las rocas, relajante incluso. Y muy revelador. En Coruña lo hacía. Ahora no tengo donde. Iba y me sentaba al lado del Millenium a escuchar el mar, o en el Torre o en San Amaro. Y el mar me hablaba. Agradeciéndome que estuviese allí prestándole atención.
Echo de menos estar en casa a comienzos del verano.
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