domingo, 30 de mayo de 2021

Solo la oscuridad puede salvarme

Estoy bebiendo en la soledad de mi habitación
resucitando viejos chats de whatsapp abandonados
y buscando en la noche de twitter
a esas almas
que se alimentan de la noche
para sobrevivir a una vida de sombras.

No es que esté borracho,
vamos a ver,
pero tampoco sobrio,
aclarémoslo de antemano.
Puede que así entendamos
que es lo que me ha traído a escribir un poema
a las 2 de la mañana
mientras taladro las letras del teclado
perdiendo el tiempo entre los dedos
y las ganas de dormir entre las manos.

Es raro que beba solo,
muy poco frecuente,
la última vez creo que fue en Lisboa,
las ciudades extranjeras
en primavera
a las tantas de la mañana
me ponen melancólico
es lo que tiene la distancia con todo.

Me falta Lura.
Se ha ido ya a dormir.
Y la echo de menos.
Si esto fuese un poema de Escandar
ahora me estaría haciendo una paja
mientras bebo, fumo y veo el beisbol.

Pero como no,
pues solo bebo,
escucho a Saez
y eso,
tampoco vamos a mentir,
las ganas no me faltan.


Rebuscando en twitter
he encontrado a Picuetarl,
ha acudido a mi llamada de conversación nocturna
y pues resucitamos viejos tiempos
de años atrás
de hablar a las tantas de la mañana
para espantar en la distancia
los fantasmas de la soledad.

La verdad es que soy más de demonios,
pero hay que reconocer que la palabra fantasmas
tiene mayor fuerza poética
aunque solo sea a base de caer en los tópicos
que se repiten una y otra vez en la cultura popular.
Qué le vamos a hacer.

Estoy que echo de menos a la gente hoy.
Quizás vaya siendo hora de ir a dormir
antes de cometer alguna estupidez,
de hablar a mis tristezas
y ausencias,
ahora que el cansancio me pasa factura
y luego no tenga ya lágrimas que derramar
para seguir en pie
por errores del pasado
que ya no puedo corregir.

Pero bebo solo otro sorbo de cerveza
y digo:
ya mañana habrá tiempo de vivir.

Así que me sumerjo en la melancolía
y me pierdo en twitter, en Saez, en la poesía
y en la amarga derrota del pasado que no será porvenir.

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