El grito silencioso del desahogo que nadie quiere escuchar.
Una noria constante
sin ciclo
sin final,
sin vuelta al principio
ni posiblidad de empezar.
Me duelen las heridas
que nadie puede callar,
me gustaría poder contar mis sueños,
pero de las pesadillas nadie quiere hablar,
me traga el olvido
quizás sea mejor así y callar.
No puedo hallar sitio ni lugar,
el destino se marchó
y ya no quiso regresar.
Podría callar,
podría callar,
pero me ahogo
sabiendo que no tengo descanso ni paz.
Ya no queda para mí ningún lugar.
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