una catarsis a la que sacar toda su convulsión interna,
una experiencia
que saborear a instantes,
un murmullo en el viento que solo algunos somos capaces de escuchar.
Y quizás en esa fugacidad resida su máxima esencia,
como esos besos inesperados en la madrugada,
como esos sueños que perseguir en el horizonte,
como esa libertad que habita en algunas miradas.
Yo ahí sonrío
consciente del artificio
y miro hacia adelante
y echo a caminar.
Y todo lo demás es un viaje.
Un viaje que vivo por necesidad.
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