A veces el tiempo nos pasa por encima, como una ola, y es en esos instantes en que no sabemos bien qué ha pasado, dónde hemos acabado, cuál ha sido el camino que nos ha traído hasta aquí.
Estoy pensando en Francia, y en sus noches, en viajes de octubre. Yo descendiendo hasta la Rochelle. Con el coche.
O en Irlanda. Recorriendo de noche al anochecer las calles de la ciudad.
Me gustan los viajes en octubre. Cuando el frío comienza a desperdigarse por la ciudad de forma sutil y silenciosa hasta que tienes que abrocharte la cremallera del abrigo hasta la barbilla. Y las manos en los bolsillos. Y me gusta también el cielo en esa época. La luz del atardecer. Las sensaciones de las tardes adormeciéndose suavemente mientras el sol declina poco a poco y de forma temprana, hasta desaparecer.
Tengo ganas de un viaje en esta época. Por desgracia no podrá ser. Y seguiré viendo frente a la ventana como el tiempo pasa
sin saber
como encontrar
las ganas de viajar que no he podido satisfacer.
Mientras tanto me queda recordar.
- Vientos de Octubre
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