lunes, 15 de abril de 2024

Inexorable azar

El tiempo corre para todos,
relojes que cuelgan invisibles del cuello
mientras la arena
se escurre
lentamente
de forma constante
sin que haya forma ni remedio
por evitarlo,
por cambiar el sentido,
por darle un giro al futuro y un vuelco al camino.

Habitamos en los límites,
en esos túneles de sombras,
de claroscuros,
de patadas que le damos al destino
tratando de arañarle segundos,
ensayando que nos creemos que podemos dar un volantazo
y encaminarnos por otro sendero que nosotros mismos abrimos.

Y pese a ello,
no pasa.

El reloj sigue discurriendo,
la arena sigue cayendo,
y nosotros nos seguimos acercando
sin remedio
al final del rumbo que nos ha venido impuesto.

Solo somos títeres en manos de un dios muerto.

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