Qué frágiles somos en nuestra vulnerabilidad,
pedazos de papeles rotos
a trozos
sin posibilidad de vuelta atrás,
lágrimas que se derraman
en el vacío de la inmensidad,
sueños hechos trizas
incapaces de ir más allá.
Qué frágiles somos en nuestra vulnerabilidad,
marionetas de un juego estropeado de antemano
sin margen para salirnos de la cárcel en la que nos han encerrado.
Socorro,
solo quiero escapar,
pasar de largo,
consciente
de que no puedo salir
de este sistema amañado.
Qué frágiles somos en nuestra vulnerabilidad,
y sin embargo,
entre tantas derrotas,
es lo único que nos queda que sea revolucionario.
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