martes, 17 de febrero de 2015

EL OREDN DE LAS PABRALAS NO ALTREA EL SINGICIFADO

El sol de septiembre se cuela entre los árboles, como un fantasma que se lleva las almas del tiempo más allá de las orillas del río surcado por Caronte. Las penas en ánima recorren el sendero mientras cientos de patos echan a volar, huyendo a tierras dominadas por ocas en defensa de una reconquista olvidada en la memoria del ser humano.

El caballo blanco cabalga las campiñas castellanas a lomos de la espada justiciera, perpetuando una dicotomía entre religiones más allá de ideologías.

Nada es lo que parece y nada parece lo que es, solo las palabras se las lleva el viento como la noche volando por las estrellas y el manto blanco de la vía láctea. La barca de piedra llega a la costa y asciende por el río, llegando a un descampado estrellado que alerta a quien quiere ver un milagro. Quizás solo sea cuestión de fe y no de esperanza, quizás la esperanza solo sirva para los amores robados en la fugacidad del romance.

Quizás todavía haya que leer entre líneas para entender el significado oculto de los párrafos.

Quizás la llave se perdió a lo largo de las décadas en un viaje por terminar.

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