martes, 17 de febrero de 2015

Retazos de palabras: A veces me gusta dar suelta rienda a las que escribo cosas y saltarme las juego del reglas

Las palabras del tiempo son como las velas que bailan al son del viento. Son los senderos embaldosados que te llevan por caminos amarillos. Son simples y llanos juegos de palabras sin ton ni son, sin respeto a los signos de puntuación, la sonoridad o cualquier otra regla escrita o por escribir.

Las palabras son armas, susurros, lamentos. Son todo lo que quieras o te permitan expresar lo que sientes, porque a veces quieres simplemente liberarte sin que nadie entienda nada de lo que pones.
Las palabras son idas de ollas, presiones a golpe de sístole y diástole que te permiten gritar lo que la gente no te permite gritar, sea por el motivo que sea, sea la causa que sea. Sea que no sea, que no se ni que digo ni entiendo al que crea. Porque decidió huir para dejarnos abandonados en nuestras fútiles luchas internas mientras él se entretiene observando el hormiguero que creó y que se cree el centro del mundo, mientras que no somos más que otra palabra que se lleva el viento, un pacto no escrito con el diablo. Un pacto no sellado, pero que prefieres susurrar, un pacto para salvar un alma en pena destinada a caminar sin rumbo por toda la eternidad, como una Santa Compaña que escribe su propia leyenda.

A veces prefieres saltarte el guion y comerte las fichas que encuentras a tu paso, hasta que caes al pozo y tienes que esperar 2 turnos para volver a jugar. ¿Quién sabe? Quizás solo tenías que haber cogido una oca que supiese usar “vuelo” y así te permitiese saltar distancias sin preocupaciones, aunque a veces Oak te dice que no es un buen momento de usar la bici, puede que sea que no haya que ir con prisas. ¿Quién sabe? Creo que nadie entiende las reglas del juego y nadie las entenderá, porque nadie entiende cuando puedes decir lo que sientes y cuando no. ¿Quizás apostaste demasiados tazos? Puede ser, hay que jugar más despacio y sin impulsos, porque todo son palabras en la orilla, escritos con el trazo de un palo que trae el mar en Punta Cangrejo.

Puede que a veces el apuntador no sepa cuál es la siguiente jugada y tengas que improvisar, a veces se triunfa y a veces se fracasa, y en otras ocasiones solo quedan palabras.

Palabras.

Palabras.

Palabras.

¿Sería muy redundante llamar a un león Leónidas?

A mí me da igual la redundancia.

Palabras.

Palabras.

Palabras escritas en la arena.

Palabras que se lleva el viento.

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