domingo, 27 de diciembre de 2015

Mis demonios temen a la luz, igual que yo

Tengo ganas de verte y estar abrazados
en silencio,
sólo eso,
estar en silencio y abrazados
viendo el tiempo pasar ante nuestros ojos
mientras los dos seguimos igual
en silencio
y abrazados.

Protegiéndonos de nuestros demonios y fantasmas
en silencio, 
los dos ante la luz o la oscuridad
porque tanto da
ni yo temo a la oscuridad 
ni tú temes a la luz
pero a la inversa sí que es ya otro tema
y no quiero tener que enfrentarme sólo ante la luz,
porque temo desaparecer en ella
-ya sabes que la oscuridad con la luz se convierte en una sombra de lo que fue-
y yo no quiero ser una sombra, 
no quiero dejar de ser quien fue
o fui, mejor dicho,
y para eso te necesito a ti,
para protegerme de mí mismo y de ti,
de ambos,
para eso te necesito.

Te necesito porque mis demonios temen a la luz,
            igual que yo.
Y ante una luz cegadora
sólo la propia luz puede salvarme,
o mi propia oscuridad
si quiere,
si quiero,
si puedo,
si tal y conviene
o quizás no,
y ni mi propia letra me convence.

Por eso...

Necesito estar juntos
y abrazados,
en silencio,
sólo eso,
estar en silencio y abrazados,
en nuestro banco 
-no tenemos ningún banco
pero quedaba bien en el poema 
(puede que la explicación no tanto)-
viendo el tiempo pasar
y los problemas irse, 
o al menos pasar de largo durante un rato,
quizás después de acostumbrarme a tu luz,
pueda luego enfrentarme de nuevo yo sólo a mis problemas
como siempre he hecho hasta ahora,
o como por lo menos he intentado.

Ojalá estar juntos
y acurrucados
en silencio 
viendo las luces y sombras pasar de largo.

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