lunes, 4 de septiembre de 2017

Le fou du coeur. Le sacre du temor.

Apocalípsis infanticida,
diaclasamiento suicida,
sangrienta caricia,
muerte fingida selectiva,
dominio de la partida,
jugada maestra perdida,
la última bala de un revolver para acabar con las pesadillas,
el final de un callejón sin salida.


Asfixia.

¡Asfixia!

¡ASFIXIA!


No hay loco que por bien no venga,
las cartas sobre la mesa,
nunca fuimos lo que cualquiera espera,
fichas sin dueño en esta faena,
subtexto sin fondo para dotar de peso la escena,
un beso perdido entre la sangre que escapa a través de las venas,
un embalse de una noche que nadie recuerda,
la materia contra la idea,
un cielo en este infierno de Tierra.


Asfixia.

¡Asfixia!

¡ASFIXIA!


Nunca supe estar donde todo el mundo desea,
confundí la suerte con la esperanza yerma,
creyendo que había oportunidades sin fe ciega,
sueños rotos en noches en vela,
infaustas ventanas que no cierran,
sufrimientos que el viento se lleva,
ilusiones entre el humo de la locura ciega,
cuchilladas que se funden entre torturas pasajeras,
viajes a ninguna parte sin billete de vuelta,
nueve círculos bajo tierra,
uno para cada intención incierta.


Asfixia.

¡Asfixia!

¡ASFIXIA!


Recuerda que la mirada del poeta ya creció muerta.


Asfixia eterna.
Asfixia en esta ventana que se cierra.
Asfixia para senderos que no nos esperan.
Asfixia para todas las sombras que entre las tinieblas sobrevuelan.

* * *

Recuerda que la mirada del poeta ya nació muerta.


El sombrero solo es para fingir seguir teniendo esperanzas muertas.

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