y por el camino perdimos todos los sueños por los que otros lucharon.
Nos olvidamos de cómo soñar
y por el camino dejamos que el mundo estuviese lleno de pesadillas.
Nos olvidamos de cómo defender nuestra dignidad
y por camino nos pisotearon todos los derechos que teníamos.
Nos olvidamos de cómo exigir nuestros derechos
y por el camino nos enseñaron que en realidad eran privilegios.
Nos olvidamos de cómo analizar la realidad
y por el camino nos impusieron la idea de que cualquier opinión es respetable.
Nos olvidamos de cómo eran nuestras ideas
y por el camino nos regalaron competitividad e individualismo con olor a frases neoliberales.
Nos olvidamos de cómo escapar de la competitividad
y por el camino acabaron con todas nuestras redes sociales: barrios, vecinos y amistades.
Nos olvidamos de dónde veníamos
y por el camino enterraron nuestras libertades.
Nos olvidamos de qué era la libertad
y por el camino nos recordaron lo que pasó la única vez que tuvimos esperanzas de ser iguales.
Nos olvidamos de tantas cosas
y supongo que por eso,
ahora,
es tan complicado volver a exigir lo qué es nuestro.
Los ideales se perdieron,
la solidaridad la mataron
y las frases como:
la tierra es para quien la trabaja,
parecen más lejanas que nunca,
anticuadas incluso para nuestros abuelos.
Nos olvidamos de tantas cosas
que ahora lo estamos sufriendo,
y cuando nos demos cuenta de qué nos confundieron con lo que queremos
sabremos
que solo el pueblo salva al pueblo de esos jodidos cerdos.
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