La noche tiene un no sé qué de triste sonata de abandono. La lluvia cae golpeando las ventanas y las gotas forman sinuosas carreras de descensos como copos de nieve que se pierden entre las primeras horas del día. No comprendo muy bien todo este asunto, pero por algún motivo todo resulta tremendamente complicado en esta vida de incertidumbres en cada esquina en la que te giras, como una sorpresa desagradable constante que solo busca complicarte todas las decisiones que en algún momento pudieras tomar.
Solo busco huir. Ahora mismo solo querría huir. Y a pesar de todo no tengo a dónde ir y mucho menos la posibilidad de tomar tal decisión. Estoy atado de pies y manos a esta irremediable vida que me he forjado con cada una de las decisiones que se toman cuando ante ti se abren bifurcaciones que pueden terminar por llevar a ninguna parte.
La noche se diluye entre la lluvia, como esas lágrimas olvidadas que se pierden ante la desesperación de los sueños rotos e inalcanzables.
Solo queda seguir.
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