Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego, nuevamente desciende a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está abajo. Así ganarás gloria en el mundo entero, y la oscuridad saldrá de ti de una vez.
Precepto VIII de la Tabla esmeraldina
Destrúyete para volverte a construir, constrúyete para volverte a destruir. El final no tiene principio. El principio es solo el final. No hay cambios más allá que el mero cambio. Solo intenta no ser tú mismo para ser tú mismo. Puedes encontrar el sentido en todos los sentidos sin salida, ni rumbo, ni destino. ¿Cuál es el camino? ¿Cuáles son los gritos que emites? ¿Qué emito? Décadas de intentos. Solo tengo presente el infierno que se llevó este cielo que ardía entre ellos y sucumbía entre nuestras manos. Vaya cambio inesperado. ¿Cómo explicarlo? Las palabras se han marchado, se han fugado. Solo podremos callarnos para gritarlo bien alto. Rómpete en mil pedazos. Puede que así compruebes lo que te digo. Lo que finjo. Lo que desatino en este torbellino de gritos sordos, ciegos, mudos, divinos. Cuasi existimos. Cuando no había más aviso que el desaguisado que nos hemos montado sin subirlo a nuestras manos pidiendo auxilio. Vaya engaño. Nos han quitado años. Como si todo se hubiese arruinado. Solo mírame. Solo mírame. Podrás comprender de lo que hablo. Destrúyete en mil pedazos si quieres encontrar todo lo que suplicamos. Rómpete en mil fragmentos de espejos hechos añicos. Será entonces cuando puedas intuir los caminos que perfilamos entre todos estos símbolos. Léete a ti mismo. Razónate todo, cuestiónate todo. Háblate más de lo que hablabas contigo mismo. Podrás comprender todo lo que digo. Párrafos sin temática ni hilo. Más allá que el destino. Más allá del destino. Destrúyete a ti mismo. Y vuélvete a construir. Constrúyete a ti mismo. Y vuélvete a destruir. El ciclo no tiene final. Solo tiene principios. El ciclo no tiene principio. Solo tiene finales no escritos. Cuestiónate a ti mismo. Solo en tu interior tendrás las respuestas a todo lo que te digo. Destrúyete, constrúyete, tiende puentes con tu cuerpo, tu mente, con lo que sueñes, contigo mismo.
Este es el fin. Este es el principio. Estos son los senderos que te abren infinitos caminos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario