He huido
con los ojos abiertos
y el pasado me ha alcanzado.
He aceptado
con los ojos cerrados
cofres vacíos
y se me han ensuciado las manos.
He escrito mi vida
y no me he reconocido.
Elvira Sastre
No sabría cuál es la respuesta,
la mejor respuesta,
pero solo encontré preguntas
huecas
que nunca nadie quiso responderme.
Tuve que construirme mis propias palabras,
mis propias contestaciones,
mis explicaciones
tambaleantes
e inestables
que trataban de reconstruir todo el castillo de naipes
que se derrumbó de golpe,
sin previo aviso.
Fue ahí
donde empecé a reconocer los avisos.
Luego supe hallar la verdad
y tuve que elegir
caminar con los ojos abiertos
y el pasado día a día a mi lado arañándome
hasta dejarme sangrando.
O escoger los cofres vacíos sin corazón,
los ojos cerrados
y las manos sucias ante tanto
tanto
daño.
Creo que en ninguna de las dos opciones
existían formas razonables
y lógicas
de explicarlo.
Mi baile entre ruinas
fue como un paseo en el puerto de Roma.
Ostia.
Y Ostia.
Y Ostia.
Y yo bailando,
entre lágrimas vivas,
escuchando el silencio
de lo que pudo ser
y ya no fue.
He querido tanto
que me he olvidado.
He olvidado tanto
que me he dejado de querer.
Al final,
el resumen de todo fueron esos 4 versos de Elvira:
Quise tanto que tratando de olvidar
me olvidé
a mí mismo
en un rincón.
Olvidé tanto que tratando de querer
ya no me quise,
y yo
caí en un vacío
sin razón
de vivir.
No sé lo que podría haber sido,
pero sí se lo que no fue.
Y la felicidad salió huyendo
y el silencio que dejó
fue un inmenso mar de ruido
sin calma, ni tempestad,
solo el tiempo suspendido
en modo indefinido
como un presente sin principio ni final.
El dolor en la mirada
y en la espalda ruinas ardiendo,
mientras me aproximo
a esa explosión que todo se llevará.
Solo entonces,
espero encontrar la liberación que merezco aguardar.
- Mientras todos los recuerdos se caían.
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