En El Verano, Camus busca la luz para sobreponerse a la oscuridad. Una especie de baile de tinieblas entre los horrores y la belleza, entre el infierno y la calma en la tierra.
Recorriendo los recuerdos de nuestra infancia tratamos de retrotraernos a lo que tenemos, como si eso fuese a cambiar lo que somos. Nos hayamos atascados porque somos incapaces de aceptar lo malo y lo bueno que habita en nosotros.
Si hemos sobrevivido al invierno, significa que hay esperanza, que hemos vivido lo suficiente como para aprender que vive en nosotros un verano invencible. Solo hallando esas respuestas, conoceremos las preguntas correctas que debemos hacernos.
Al final, todo se resume en que hemos recorrido las infinitas arenas del inmenso desierto
para llegar a la playa de nuestra alma,
allí donde encontrar reposo
entre la intensidad de nuestra pasión
y la impetuosa fuerza del oleaje en la orilla de nuestra memoria.
Para al final mirar al horizonte
y crecer un nuevo día.
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