En el último círculo,
en el pozo de mi oscuridad,
en la memoria de un grito del pasado que nunca pude olvidar,
se encuentra un sendero
que guía a la libertad
al libre albedrío de lo que jamás llegue a imaginar y soñar.
Camino por valles tranquilos
en los que me paro a repostar,
aunque allí no está Dios,
porque ni quiso,
ni querrá estar.
Y mientras soy yo el que toma las decisiones,
el que avanza en la oscuridad.
Y mientras soy yo el que guía mis pasiones,
el que entona la melodía sin escrito final.
Anhelo un tiempo en el que no tenía que pensar,
en el que seguía un camino marcado por los demás.
Anhelo un tiempo que quedó atrás,
en el que toda esperanza naufragó para nunca volver a flotar.
En el último infierno,
en la celda de oscuridad,
en la memoria de un grito del pasado del que nadie logró escapar,
se encuentra una vía
que ilumina la senda de la verdad.
En el último cielo,
en el falso más allá,
sólo reside un sitio en tu memoria,
una parcela en la que bailar,
hasta que amanezca tu oscuridad.
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