que días al abrigo del frío,
y sorprendí a la felicidad en un bar de mala muerte
en el fondo de un vaso de vidrio. No sé,
no sé bien,
en realidad,
pero he dado más patadas al aire
que intentos por pisar el suelo
y me topé con tantos sortilegios
que desgasté la esperanza
irremediablemente sin remedio.
Que redundante puedo llegar a ser
cuando me dejo llevar por el dramatismo.
Pero un poema sin dolor
es como una noche sin estrellas,
no brilla del mismo modo;
y pese a todo
trato de escribir bonito,
levantando alegrías,
exaltando la felicidad,
acariciando la amistad,
iluminando los sueños;
no sé si lo logro,
no sé siquiera si lo lograré,
pero yo lo intento,
de verdad que lo intento
y mientras lo hago
vuelo
creyendo
que me he llegado a merecer el cielo.
Y eso me hace feliz.
Y bastante es por ahora eso.
* * *
Nada puede reemplazar
cómo me hacen sentir
las mujeres de mi vida.
Rupi Kaur
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