martes, 26 de noviembre de 2019

Si fuésemos valientes no cerraríamos los ojos

Tropezamos con las cadenas
y solo supimos ahogarnos a nosotros mismos entre mares de condenas
Qué hay de olvido en un perdón?
Qué hay de paz en la guerra?
Sorprendimos al destino cerrando los ojos y dando un volantazo de estos que te hacen dar tres vueltas de campana en el coche
y vaya si las dimos
sin darnos cuenta
de que los frenos se habían roto
y ya no había forma de dar marcha atrás
ni siquiera detenerse.

Supongo que por eso nos gusta bajar la ventanilla y sentir el aire en la cara
para apreciar lo que nos perdemos por miedo al fracaso
pero el resto es repartir sonrisas a domicilio

y que lejos queda todo

cuando no sabes a donde ir.

Los pasos me han llevado a ninguna parte,
así a ver si encuentra nada,
porque ¿para qué querer la eternidad
si puedo tener el infierno?
Eso me digo
y sonrío de medio lado
y sigo
simplemente sigo.

Forjamos inviernos de soledad
y ahora queda nieve suficiente
como para quedarnos helados
así
para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario