miércoles, 10 de junio de 2020

A la noche, oscura, yo creo al fin

Entre los resquicios de la soledad
solo queda sitio
para todo el vacío
que la vida se llevó.

Abriendo los cajones de noche solo buscas polvo
entre la nada,
y a nada que lo intentes
solo recordarás un puñado de polvos
que te echaste a ti mismo
para sobrevivir
a flote
en este mundo de miseria y costumbre.

En los ojos de la buena gente solo vi un hálito de decepción...
pienso mientras mi cabeza vuela a cientos de kilómetros de distancia
camino de León,
camino de ninguna parte
tropezando con todas las piedras que encontré
por el sendero del día a día.

No esperéis encontrar respuestas en estos versos,
ni siquiera preguntas,
no hay nada
solo una derrota sin final
en este interminable
derrumbe artificial.

* * * * * * *

No hay paz
ni gloria
para las derrotas,
pero asistiremos
sin pena
ni deshonra
a la incertidumbre de la espera
que llega
cuando sea
el momento de cobrar las nuevas eras.

* * * * * * *

Los años me han traído
lluvias de recuerdos,
no llores más, por favor,
no llores más,
que si lloras lloraré yo.

Las cumbres lejanas se han marchado
y ahora solo queda un rastro de soledad
y frío
al que aferrarse
cuando no hay más abrigo
que el dolor
por el tiempo que se ha ido,
seremos recuerdos,
seremos olvido.

Seremos todo lo que siempre hemos querido
ser
a riesgo de perder
todo lo que llegamos a prever,
a entrever,
a soñar con hacer.

Seremos todo lo que no nos atrevimos
a querer tener,
seremos
cartas sin destinatario
ni remite,
náufragos perdidos
a quienes se les acabó el papel
y ya solo tienen hogueras en las que arder.

Entre los resquicios de la soledad
solo queda sitio
para la suerte desaparecida
que echó a volar
cuando solo los sueños
tenían lugar al que ir
en los cajones de noche
de las esperanzas rotas
que pronto se abrieron
de par en par
hacia la bonita palabra escrita en todas las paredes
llamada libertad.

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