domingo, 7 de junio de 2020

Epílogo: Año 2206 ab urbe condita

La madrugada del 28 de mayo fue el comienzo del fin.

Hacía ya semanas que los bizantinos asumieron que la ayuda occidental no llegaría y sin armas ni suministros la caída era inevitable. Pero como dijo el emperador en su discurso de despedida: Somos descendientes de griegos y romanos y como ellos estaremos a la altura y lucharemos hasta el final, siendo el resultado la victoria o la muerte.

Quiso el azar o el destino que este emperador, el último de una larga sucesión de emperadores del Imperio Romano, recibiese el mismo nombre que el fundador de la ciudad, Constantino.


Frantzés se giró por última vez para ver como su emperador se perdía en el horizonte entre las sombras que proyectaba la luna sobre la púrpura. Sería la última vez que vería a su amigo de la infancia.

Si Constantinopla debía morir para siempre, lo haría luchando.

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