jueves, 4 de junio de 2020

Siempre en el olvido

En esta cárcel sin rejas
vivimos atrapados
sin rincón para el vacío,
el dolor de la soledad
nos envuelve y aísla,
no hay miedo
pero tampoco fuerzas.

El tiempo todo se ha llevado
y yo ya camino roto
por estas calles
que consumieron mi juventud
entre el humo y la niebla del mar.

Coruña echó a volar
y nada hay
donde todo había,
¡vaya ruina!
quien diría que me perdería
sin prisas ni paz.

Ojalá algún día explote
la suerte esfumada
en lienzos desgarrados
sin luz ni color,
la amistad apagada,
tantos años para sucumbir
y yo derrotado y herido
camino como Ulrike Meinhof
esperando a la muerte.

Echaría a volar,
pero no hay futuro,
pensaría soñar
pero el frío me ha vencido.

El olvido reina en este cuerpo,
leo para mantenerme cuerdo,
escribo loco y neurótico
deseando hacer testamento
como carta de auxilio,
silencioso suicidio,
triste, cansado y callado,
desprendí la vida de mi mente
comprendiendo que nada tengo,
que nada tengo.

Callejeando sin remedio,
sin rumbo, sin sueños,
incapaz de hallar hogar donde no puedo entrar,
¿qué tendrá
este mundo infecto
que nos ahogan y viven
a cuento nuestro
mientras sucumbimos sin remedio
por no tener donde caernos muertos.

Nunca en el olvido...
a veces lo pienso;
fuimos los mejores...
pero no era cierto;
solo tendremos veneno en la mirada
que hablen las armas para no caer presos.

En esta pesadilla irracional
creí discernir la muerte de la realidad,
no me digas siempre habrá recuerdos
porque prefiero abrirme el pecho
que seguir sufriendo.

Escribo mal, herido, sin tiento,
y solo la tinta desangra el aliento,
solo la historia nos absolverá,
el resto no tiene sentido,
ya me aguarda la hora final.

Jamás podremos exigir el mundo que nos han robado,
será entonces cuando arda esta mentira,
horizonte rojo incandescente
este ambiente,
este inconsciente,
esta capilla ardiente
en la que ver a quienes nos aliente
a resurgir de este desastre inerte.

Nunca en el olvido...
a veces lo pienso;
fuimos los mejores...
pero no era cierto;
solo tendremos veneno en la mirada
que hablen las armas para no caer presos.

Miedo, tiempo, muerte, desaliento,
solo quedan versos perdidos estallando en el mejor cielo de noche.
Imagina no haber caído en combate,
hoy no podrías soñar con la vida que no tendrás.

Ven tranquilo a este muelle teñido de blanco,
siente la calma del embalse
meciendo la brisa estrellada a tu lado,
camina calmado
en tus manos
el corazón en texto claro
Corelli nos ha traído un regalo
sentir paz en esta hora final que ha llegado.

Gracias por la libertad,
nos la hemos ganado...
-nos la hemos ganado-
digo llorando.

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