miércoles, 10 de febrero de 2021

Explorando la luz como un huesped de la niebla

Me gusta la luz. Siempre me ha gustado. Su juego de luces y sombras, sus contrastes, sus resquicios, su forma de filtrarse, refractarse, reflejarse y diluirse. Si bien tengo debilidad por los atardeceres, aquí ciertamente no destacan demasiado o no tengo la oportunidad de disfrutar de ellos. Quizás por eso últimamente estoy aficionado a descubrir la vaporosidad de la luz en las fotos bajo la luz de farolas entre la niebla, entre la helada, entre la nieve en polvo. Hilos de luz vaporosa que se difumina como un cuadro impresionista. Como esos cuadros impresionistas que vimos en Le Havre y que exploraban y jugaban con la luz, con la oscuridad, con las sombras... Y yo, como ellos, intento captarla. Y moldearla. Y malearla. Y darle mi propia forma. Creando así estampas en forma de fotografías que se asemejan a fotografías poco ortodoxas, a copos de niebla, a días de ceniza, a fotografías de cubiertas de Zafón entre una Barcelona que ya no existe, pero que nuestra memoria recuerda. Y no sé si lo consigo, pero yo, como siempre, lo intento.

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