me arranca los pasos,
la mirada,
la sombra,
se olvida de quien fui
y como agua de río
todo se lleva,
yo ya no soy,
ni seré quien fui,
¿quién?
entonces,
en esta yerma vida,
¿está presto a sufrir?
Eso queda,
la descomposición del cuerpo,
de la hora,
del alma,
relojes líquidos
que ya solo avanzan
hacia la inexactitud
del blanquecino porvenir
en el que nada jamás ya habrá.
Solo silencio
y el viento que corre
entre lápidas sin nombre
que ya nadie recordará.
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