¿Sabes?
Hoy me olvidé de escribirte,
otra vez
y no hay día que no me arrepienta
de decirte que desde aquel día
eres lo único que me importa,
saber qué piensas,
qué haces,
a quién besas,
con quien intercambias placer como una vez hiciste conmigo
bajo esa ducha
en la que nos dejamos llevar
por temor a algún día arrepentirnos.
Y ha pasado tanto y tan poco
que si te viese no sabría que decirte
supongo que "hola"
y sonreírte de forma tímida,
aunque luego recordaría tu sonrisa
y en tus ojos leería que no me has entendido,
y yo como un tonto balbucearía
en francés o en inglés, cualquier tontería,
que más da,
si en el fondo lo importante es chapurrear,
porque ambos nos diríamos todo sin necesidad de hablar.
Yo te diría que el amor no va conmigo,
que me dedico a leer, escribir, pensar
y a intentar que la poesía no se haga añicos.
Te narraría mis epopeyas, mis fantasías y mis recuerdos,
de esas chicas que me quisieron, pero con las que nunca encajé,
de todos los besos que dí y todos los besos que olvidé.
Al final lo resumiría en que todo sigue igual:
un par de viajes, un par de sueños, y un par de conciertos,
pero que lo más importante: tú,
de mi mente nunca te has ido.
Tú me pondrías al día de tus sueños,
de tus viajes, tus rutas, y tu filosofía,
de literatura y de historia, de droga y conciertos;
me hablarías de ese chico francés que conociste algún día,
de como te hacía el amor, de como te entendía,
aunque me contarías que aquello no funcionó, pues él quería más
y ambos sabemos que eso no es tu estilo.
Después te emocionarías al rememorar a aquella chica
quizás de ojos azules con la que saliste un tiempo,
me dirías que era todo genial excepto que cada uno tuvo que tomar su propio sendero.
"Lo entiendo", te respondería y tú, con un poco de suerte, me darías un beso.
No por pena o deseo,
sino simplemente porque ambos fantasearíamos con rememorar viejos tiempos.
Y funcionaría,
ya lo creo que funcionaría,
y como una máquina del tiempo en esa noche de agosto nos perderíamos;
quizás pasaríamos a la cama, o directamente en el suelo,
poco importa teniendo en cuenta que sólo nos guiarían los sueños,
regalaríamos al otro nuestros cuerpos,
y de pensamientos nos empaparíamos,
y lo mejor sería en el post-sexo no tener que hablar
y con ello
matar el significado de palabras vacías que no llegarían para decirte lo que siento,
no por no comprender nuestro pésimo inglés
sino porque no vendrían a cuento.
Mejor,
sin duda,
que hablen nuestras miradas sobre lo que hasta unos minutos antes dijeron nuestros cuerpos.
Todo eso pasaría,
o quizás no,
soy muy de montarme películas en mi mente,
novelas no guionizadas en las que no hay suficiente presupuesto
para tantas fantasías y sueños.
Puede que en el fondo nunca más nos encontremos
y no lloraría por ello,
los mejores momentos son los que quedan en el recuerdo
y aquel día
ya nos dijimos todo lo que podían expresar los cuerpos.
Ahora sólo queda
pensarnos a través de los quilómetros
de distancia,
y en mi muñeca
llevar tu aroma
impregnando mis recuerdos.
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