Ante su apática vista, las cajas pasan una tras otra sin detenerse nunca en el proceso; en sus ojos el triste vacío de quien ha visto la juventud de largo sin apenas percatarse.
De repente se detiene en su tarea con la mirada perdida, acumulándose a su derecha el trabajo.
Sin previo aviso aparta todas las cajas con un contundente manotazo y levanta la voz dirigiéndose a todos sus compañeros de faena.]
JOVEN: ¡Ya estoy harto! ¡Mirad! ¡Mirad todos! Nos dijeron que nos ganáramos el pan de cada día y solo perdimos tiempo para vivir; nos vendieron un techo al que llamar hogar y solo logramos un futuro hipotecado. ¿Qué es esto? ¿Qué es esta cruel realidad en la que no importamos nada más que el valor que nos asignaron al nacer? Nos prometieron que todo iría bien y nos lo creímos, ¡hasta que ya fue tarde! Ahora nuestra vida es más segura, me dicen, pero también menos libre, y trabajamos muchas más horas, contesto. ¡Ya estoy harto! ¿Quién está conmigo? ¿Quién piensa igual que yo?
¡Esto no puede seguir así!
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