mientras las palabras
corren calle abajo
por las aceras empedradas.
El frío inunda todo,
y la oscuridad se arremolina en el entorno.
La noche se abre paso,
y la luz se esconde en los rincones remotos.
Golpean las gotas el vidrio y el balcón
quedan pausas intermitentes de silencio
y monótono diapasón
constante como si hablase la soledad desde lejos.
El cielo se disuelve
y la tormenta barre el paisaje.
Queda un baile de sombras
en este tétrico temporal azorado desde el mar bravo.
Llueve al otro lado de la ventana
y calle abajo quedan las palabras
que no han lavado de nuestros rostros
la fría lluvia que cae ante nosotros.
Llorando fantasmas de ausencias.
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