En el tranvía me arrastro por los bulevares.
Hay olas de ti.
Saez
Estoy en el balcón,
comiendo pipas con el rostro al sol
la mirada perdida calle abajo
tratando de encontrar el fluir del Tajo
a ver si así la deriva me lleva luego corriente arriba
subiendo por todo el Atlántico
hasta la Ría
y ver allí la luz de la vida,
la llama siempre encendida
que es tu sonrisa.
Escribo buscando la música entre los dedos
tratando de vivir el momento,
pero solo logro perderme entre los versos
y los acordes de Saez me transportan muy muy lejos,
donde te siento cerca de mi pecho,
como si así pudiera engañar a mi cuerpo
y creerme que no estoy pensando en ti todo el tiempo.
Me explayo en el cuarto
piso de un cuarto pequecho
sintiendo la saudade que me encharca
sin llegar a filtrarse entre las líneas del texto
de un azul portugués que reluce cuando estás aquí
conmigo
haciendo camino
hacia la paz de una playa de Portugal,
hacia la libertad de una cárcel de la que escapar,
viajando lejos, siempre lejos,
agarrados de la mano para que las corrientes no nos hagan perdernos
y hacer eternos los recuerdos que alimento
para ahuyentar el viento que se desata tras los cristales del espejo.
Estoy en el balcón,
escribiendo,
con Saez dando melodía al momento
y pelando pipas al sol
como quien desviste los segundos hasta que nos encontremos.
Mientras tanto, amor,
te buscaré en los versos.
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