El ritmo repetitivo, martilleante, de selva eterna, de la guerra que nunca se termina. Marcha, tras marcha, tras marcha. Sin final. Sin batallas, sin objetivos, sin motivos. Una sucia y tediosa guerra en la que enloquecer el alma, perderla, asesinarla. Sin causas, sin razones. Solo el constante ritmo repetitivo de la guerra difusa entre la selva que nunca se termina. Y la inndescriptible belleza del horror; del dolor.
* * *
Vietnam no era una guerra, ni siquiera una batalla, era solo una marcha sin fin, de aldea en aldea, sin propósito, sin nada que perder ni ganar.
* * *
Entre la muerte y el hedor viven los miedos que no nos atrevimos a cumplir.
* * *
Una buena historia de guerra. Pero no era una guerra para hablar de historias de guerra, ni para hablar del valor, y nadie en el pueblo quería saber nada sobre el terrible hedor.
* * *
Estaba solo.
Había perdido su alma, pero no le importaba. Solo quería un baño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario