como hierro candente
en la hoguera del día,
podría ser
que encontrase vida
entre todo este rastro de historias
que nos trajeron hasta aquí.
Las hojas perfilan sinuosas vías,
caminos, senderos, entradas, salidas,
y los pasos de los que nos precedieron
traen la sombra de lo que habitamos
mientras el presente se destila
entre mapas, leyendas y salmos.
¿Dónde quedan
los pasados que recuperamos?
Tierras yermas, vacías, despobladas,
cabalgando al son
de las expediciones y razzias.
Tierras frías, tierras secas,
implorando al viento, al polvo, al sol
que vengan nuevas horas en la mañana.
Son las canciones, son las poesías,
son las crónicas
que todo lo explican,
buscamos el rumbo
entre las líneas de lo que portamos:
saberes, poderes, territorios, gestas de héroes.
Y entre toda esta convulsa historia
in media res todo ha cambiado,
villas vacías,
nuevos poblados,
castillos en ruinas,
castros en lo alto fortificados.
En este medioevo
de orígenes insospechados,
rastreamos el prólogo
de este epílogo que habitamos.
Nos retrotraemos,
nos adelantamos,
nos sucedemos,
y nos remontamos.
Pues en esta mañana de sol que atiza
somos las poesías que cantamos
con el alma en la mano, somos llama viva,
somos corazón sagrado,
somos cantos de misa
que entre montañas, valles y llanuras resonamos.
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