Miro el instante como frente a una pantalla,
un reflejo,
un pedazo que no me pertenece en la inmensidad del tiempo.
Solo respiro
tratando de encontrar
camino
en el destierro de mi cuerpo.
Inerte incorpóreo
que sucumbe
en el infinito desierto.
Un trozo, un fragmento,
un alma a rotos
que se agrieta en los espejos.
Miro al instante
y no me reconozco en este desaliento,
el mar se ha olvidado
arañando al viento
y yo,
ajeno, inerte y deshabitado,
miro al frente
como si hubiese salida
en los cementerios que resquebrajan mis cimientos.
No hay tiempo en las ruinas
solo el vacío que devuelve mi reflejo.
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