domingo, 13 de noviembre de 2016

Déjame que te escriba; como las brujas que me salvan a las 12 cada noche

Creo que nunca he dejado de intentar conjurar la poesía,
no sé si como una forma de decirte te quiero,
o simplemente sentir tu nombre entre mis dedos,
ya sabes que hay pocas cosas tan fuertes como conocer el nombre del viento,
de las cosas,
de la luz,
de la luna,
de las rimas y la prosa.

Un poeta es un músico que no sabe cantar,
por eso yo te escribo tanto
en la noche
escuchando a lo lejos el rumor del mar,
dibujándote la libertad,
el amor
y la magia de soñar.

El insomnio solo es una excusa para seguir pensando en ti.

Lo aprendí hace un año cuando descubrí
que si Escandar tiene Madrid
nosotros tenemos Monte Alto y el Calvario,
y aunque menos conocidos
nos enseñaron,
me enseñaron,
a ser feliz,
        -y a no olvidar que también supieron resistir
         en la Guerra Civil,
         que oye,
         ya sabes como soy,
         y eso, quieras que no, mola recordarlo siempre
         o escribirlo aquí-.

No soy artista, pero si logro acariciarte el alma ya me puedo considerar poeta.

Ven,
que te dibujaré un lienzo
de sonrisas que te acaricien cuando duermas.

Y mientras tanto
yo seguiré escribiendo 
para que nunca te falte mi esencia.

Sueña,

mi dulce fuente de poemas;


que como Cas,

yo haré guardia para que nada malo te suceda.


Ni la tormenta, 
ni la noche sin luna,
ni el temor del sabio,

es una promesa.

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