lunes, 16 de octubre de 2017

El día en que el infierno llegó a nuestras casas

Durante horas no he podido hacer más que contemplar, impotente, la devastación.
El resultado de tanta tristeza y dolor queda en estas líneas grabadas a fuego.


* * * * * *


La informaciones se cruzan por todos lados y en todas direcciones, las redes arden, arden de rabia, tristeza e indignación, como arde Vigo por todos lados, por todos los rincones, por todos sus alrededores. La noche fue larga y nadie sabía bien qué pasaba. Nadie tenía toda la información. Nadie podía hacer más que ayudar: Informar, twittear, llevar cubos, rastrear nuevos focos, luchar contra las llamas... Y mientras tanto, el calor sofocante que acicala el horror con la destrucción en la mirada. Con el pánico en los rostros.

Facebook poca información, hay que filtrar entre tanta gente de tantos rincones que lo único que puede hacer es enviar solidaridad en forma de fotos. De repente en los comentarios del post de Chacón se entrevén rumores de que arde el Castro. Twitter lo confirma. Nuevos focos, tras el de Plaza de España. Dos encapuchados en una moto. Con un bidón de gasolina. Dicen. Nadie puede confirmar nada. Y las autoridades tampoco muestran demasiado interés. Abel Caballero desmiente que sea provocado. La TVG llega tarde; mal; y a rastro a cubrir la información. Ni siquiera detienen la programación habitual en el primer canal. Si quieres saber qué pasa tienes que ir a TVG2, y lo único que saben es que nadie sabe nada. Que todos sufren. Que todos tienen miedo. Que todos tienen rabia. Pero para eso mejor te vas a twitter y ves la indignación de la gente con el hastag de #ArdeGalicia. Aunque en realidad es un #QueimanGalicia.

El fuego llega a Valladares y empieza a devorar La Florida. Redondela ve a pocos kilómetros el frente. Las protectoras piden socorro por los animales y el Zoo empieza a reubicar las especies. La Madroa está en llamas. El Cuvi es la siguiente víctima. Desalojan la residencia universitaria y la destrucción ya está al pie de las facultades. Llora el Galiñeiro en lágrimas de color negro; ese será el rastro que quede cuando se apague el fuego. Nigrán suplica por la lluvia. Será la única que nos salve porque no hay nadie más dispuesto a que todo se acabe. El ayuntamiento manda 3 brigadas de bomberos. El de Coruña. Madrid hasta por la mañana no va a enviar nada. Mejor tener movilizada a toda la Guardia Civil en Cataluña. La independencia importa más que los montes y los incendios. Total, ya estaba claro desde el momento en que aprobaron la recalificación de los terrenos quemados.

Samil es todo color rojo intenso y la Avenida de Europa debe de superar los 50 grados. El calor es asfixiante y el cielo se tiñe de un macabro otoño que golpea fuerte ante impotencia de los vecinos.

La solidaridad.
Es lo único que nos queda en plena pesadilla.
Entre tantos oscuras noticias puede que ese sea el único consuelo.

La gente se vuelca en la calle. Se buscan nuevos focos. Se propagan falsos rumores. Nadie sabe nada. Y a pesar de todo, todo el mundo intenta ayudar como puede. Twitter arde con información relevante. Y facebook se llena de comentarios en los posts de la gente de Vigo. Celia va con cubos de agua por el Castro, buscando posibles noticias inesperadas que nadie quiere que lleguen. Se necesita agua potable. La gente comienza a estar deshidratada. Llegan noticias de posibles incendios en Coruña. El cielo está gris desde hace horas. Los bomberos informan de que Eirís está controlado. Resulta cruel, pero apenas podemos preocuparnos por seguir la información de otras provincias, aunque Lugo y Ourense no están mucho mejor que el sur de Pontevedra.

La Xunta mira hacia otro lado. Acusa a Portugal. No pide ayuda.
Hace unos días despidieron a 500 brigadistas. No afectará a la lucha contra el fuego decía Feijoo. La coca de sus amigos empieza a afectarle. Eso, o se ríe en nuestra cara. Otro tanto la falsa solidaridad de Rajoy. Mucho apoyo en tweets, pero poco envío de bomberos. Mientras tanto Redondela sigue ardiendo.

Lura tiene miedo. Sufre. Como sufrimos todos en Vigo ahora mismo. Las horas pasan y la lluvia no da llegado. A estas alturas del juego seguramente sea lo único que pueda salvarnos. Que pueda salvar nuestra tierra. Que pueda salvar nuestro hogar.

Portugal es víctima del terror también. Braga sitiada. Ericeira, Caldas da Rainha, Foz do Arelho, Óbidos... Mi segunda casa en llamas. Mientras impotente no puedo hacer nada por ayudar. Nada más que compartir información, leer tweets y escribir. Y a pesar de todo, nadie sabe bien nada. Qué es verdad. Qué es mentira. Qué es un rumor. Qué es información verídica.

Los whatsapp vuelan. Todo el mundo pregunta a conocidos, familiares, amigos. Dicen que el fuego está cerca de Castrelos. No sé cómo estará la familia de Andrea. Le hablo, como llevo hablando horas con otras personas. Mi hermano está siguiendo también el incendio, la tristeza en sus palabras, tampoco puede hacer nada. El fuego llega a Vilar. Dicen. No están seguros. Es la zona de Arturo. Si llega allí está a dos pasos de Cabral. Lura está nerviosa. Intento tranquilizarla, aunque sea imposible.

La noche avanza. Aunque la oscuridad esté en una batalla constante con un atardecer de ceniza y llamaradas que no parece dispuesto a dar tregua. Las casas arden y a pesar de todo, la gente se niega a irse. Galicia entera no logra entender como siguen ardiendo hectáreas sin que las autoridades hagan nada.

Los informativos estatales tampoco dan cobertura. Apenas unos minutos. La ciudad más grande de Galicia rodeada por las llamas y Madrid mirando a Cataluña. Casualmente los que estaban orgullosos de sus rojigualdas, hoy ignoran a quienes llamaban españoles. Y nadie sabe nada. Y el periodismo no moviliza cámaras. Y las autoridades no dicen nada. Y el pueblo, no podemos saber nada. España, la implicada, está atenta a los hastags y aunque no puedan enviar más ayuda que apoyo moral, ya hacen más que las banderas de las falsas palabras solidarias.
Es triste que para estar informado tengas que ir a una red social porque las televisiones solo busquen sacar tajada.

Las llamas siguen avanzando en Redondela. Hispanidad y Plaza de España están apagados. La Avenida de Europa, tras 3 horas, controlada. Los vecinos de esa zona pueden ir a descansar. Otros aún tienen mucha noche por delante. Y mucha, Mucha, rabia.

Nadie sabe nada. Nadie entienda nada. Nadie se explica nada. Solo hay una cosa clara, el fuego no se apaga. Y si sigue Vigo en pie es porque el pueblo ha plantado cara.


* * *


La noche ha dado paso al sol. Un sol, que igual que ayer, está cansado y agotado. El humo puede más que sus rayos y apenas logra superar la luz de una enana roja. O así es como nos vemos. Como enanos que no pueden hacer más que contemplar la desolación.
Vigo centro parece estar a salvo, pero en Redondela la batalla no ha cesado. Baiona ha visto un milagro y ha alcanzado la tan ansiada lluvia. El Val Miñor puede que esté a salvo.


* * *


El mediodía señala las más de 48 horas de constante batalla. Las vistas desde Cangas muestran el desastre, aunque este no será patente realmente hasta que la lluvia acabe con todo el calor y la tierra esté yerma. Baldía. Devastada. Cubierta por un manto de ceniza que impedirá que crezca la vida.

Y mientras todo arde.

Llora Galicia.


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