Hablar con la gente es como una medicina.
Sentirse útil en un mundo que disfruta haciéndonos sentir inútiles,
que nuestra vida es un vano intento por mantenernos a flote,
deshumanizándonos
porque siendo humanos ganaríamos la partida.
A nadie le interesa vernos sonreír
porque serían conscientes de su propia tristeza.
Es la dulce amargura del alienado,
sentirse libre en una jaula de cristal.
Al estado le gusta así,
las reglas del juego bien claritas.
Te aguantas
y las sigues.
Sino detenido,
castigado
y a la cárcel a esperar dos turnos para salir.
A no ser que puedas pagarte la fianza.
Soñamos con ser libres porque los sueños son lo único que no nos pueden quitar.
Atrapadnos en mil cadenas
que nosotros seguiremos volando.
Y mientras tanto,
aprenderemos,
hablaremos,
y estrecharemos lazos.
Que la solidaridad sea nuestro mayor regalo.
Y el tiempo
ni nadie
podrá jamás doblegarnos.
Somos los sueños por los que luchamos.
Sonreid,
porque vamos a ganárnoslo:
El mundo.
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