de mi ático
te busqué.
Tan pura
como siempre.
En la soledad de mi ático te busqué en todos y cada uno de los rincones de esta casa, intentando percibir el más mínimo detalle de tu presencia, el más tenue aroma que pueda recordarme a las horas que pasamos juntos antes de que el tiempo se nos llevase por delante. Y te fueses. Tan lejos.
Tan pura, como siempre.
Así vives eterna en mi memoria. Como un instante certero que nunca se apaga por más poemas que te escriba a la una de la mañana, por más que pretenda no olvidar todos los días vividos como un beso que permanece vívido en mis sueños.
En la soledad te busqué. Y mi ático todavía huele a ti, a tantas y tantas horas en que hiciste tuya esta casa. Entrabas, cada día, por la ventana e iluminabas mi mundo, como la inmensidad del calor que me protege cuando tengo frío ante el vacío de un futuro incierto. Aunque cuando estás, por azar o por suerte, siempre tengo mucho menos miedo
a caer.
Siempre, tan pura, como tu sonrisa.
La prisa se llevo todo, menos tus fotos, tus textos, tus caricias y, tu rostro
vivo por nunca jamás en el olvido.
En la soledad
te busqué,
a ti,
tan pura. Y me guiaste a través de mi alma
hasta ese lugar
en que el amor queda recogido en el más mínimo poema que pueda sentirte,
en cada verso
que juré escribirte
hasta que ya no me queden fuerzas para permanecer en pie.
Aún cuando eso ocurra
yo seguiré
amándote.
de mi ático
te busqué.
Tan pura
como siempre.
Y por aleatoria casualidad
no he dejado de verte
cuando lo he necesitado
Aunque fuese a través de los restos del humo de tu cigarro.
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